«El caminante» de Hermann Hesse

9788479015657

De acuerdo a Manuel Fernández Labrada, «El caminante», libro breve de Hermann Hesse, es uno de sus mejores trabajos literarios.  Destaca no sólo su poética prosa, sino también sus hermosas acuarelas con que ilustra el libro.   Aunque fue editado por primera vez en el año 1920, «El caminante» es tan actual, contemporáneo, y ameno, como si recién su autor hubiese terminado de escribirlo.

De Hesse es más conocido, y reconocido, su libro Siddartha, un verdadero viaje a la iluminación  y a la vida contemplativa, misma línea narrativa de  «El caminante»,  un libro asombroso por la intuición de H. Hesse, del que destacamos el capítulo «Los árboles» :

 «Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos y sabe escucharlos, descubre la verdad. Ellos no predican doctrinas ni recetas. Predican, indiferentes al detalle, la originaria ley de la vida.

El árbol dice: en mí hay escondido un núcleo, una luz, un pensamiento. Soy vida de la vida eterna. Único es el propósito y el experimento que la madre eterna ha hecho conmigo. Únicos son mi forma y los pliegues de mi piel, así como único es el más humilde juego de hojas de mis ramas y la más pequeña herida de mi corteza. Fui hecho para formar y revelar lo eterno en mis más pequeñas marcas.

El árbol dice: mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres y no sé nada de los miles de hijos que cada año nacen de mí. Vivo, hasta el final, el secreto de mi semilla y de nada más me ocupo. Confío que Dios está en mí. Confío que mi misión es sagrada. Y de esta confianza vivo.

Cuando estamos heridos y apenas podemos resistir más la vida, el árbol puede hablarnos: ¡Detente! ¡Detente! ¡Mírame! La vida no es fácil, la vida no es difícil. Esas son ideas infantiles. Deja que Dios hable dentro de ti y tus pensamientos crecerán en silencio. Te sientes ansioso porque tu trayecto te conduce lejos de la madre y la patria. Pero cada paso y cada día, te encaminan de regreso a la madre. Tu patria no está ni aquí ni allí. Tu patria está en tu interior…

El deseo de caminar rasga mi corazón cuando escucho a los árboles susurrar con el viento del crepúsculo.

…Cuando hemos aprendido a prestarles atención, la brevedad, la rapidez y el apresuramiento pueril de nuestro juicio, alcanza una alegría incomparable. Quien haya aprendido a escuchar a los árboles no busca más ser un árbol. No querrá ser distinto de lo que es. Ésa es la patria. Eso es la felicidad.» 

El caminante, Wanderung, 1920, Herman Hesse.

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